El inconsciente, la conciencia y la aconciencia son las vías esenciales para la construcción del autorretrato y del autorrelato. La imagen, crada desde fuera pero también forjada por uno mismo, se proyecta en el relato, la definición de uno en términos verbales. En este sentido, los mitos de Pigmalión y de Narciso hablan del ser individual, base, según Ferrero, de la felicidad.