Arte y multitudo no constituye un ensayo de estética. Su sintaxis, la polifonÃa de sus nombres, lo impiden vigorosamente. Lo abstracto, la posmodernidad, lo sublime, el trabajo colectivo, lo bello, la construcción, el acontecimiento, el cuerpo y, en fin, la biopolÃtica son piedras de toque del relato de la subsunción real del trabajo en el capital, de la abstracción completa del mundo. Las prácticas artÃsticas no han escapado a este proceso. No podÃan hacerlo si, con Negri, se ve el arte como una continua excedencia de ser construida por el trabajo liberado, por la esencia lingüÃstica abstracta y colectiva de esa excedencia de ser.
La resistencia ética en la posmodernidad ha permitido descubrir las asimetrÃas en la general indiferencia del valor de cambio, la irreductibilidad poética de la cooperación social productiva. La multitudo, esa bestia feroz inaferrable de todas las filosofÃas polÃticas de la trascendencia normativa del Estado, es el personaje conceptual que encarna este acontecimiento. Asà pues, escribe Negri, «está en nuestras manos, plena, la posibilidad de construir el mundo. De construirlo tal y como nos ha sido posible deconstruirlo. En esta radical operación, el arte se anticipa al movimiento global de lo humano. Es un poder constituyente, una potencia ontológicamente constitutiva. A través del arte el poder colectivo de la liberación humana prefigura su destino. Y es difÃcil imaginar el comunismo al margen de la acción prefiguradora de esta vanguardia de masas, que es la multitudo de los productores de belleza».
La presente edición añade una novena carta fechada en diciembre de 2001, además de un texto de presentaciónen que el autor reflexiona sobre las cartas de 1988 y de la conferencia «Metamorfosis: arte y trabajo inmaterial», de 2008.