Nada es tan irreparable como la muerte de una madre. Ovidio Parades lo explica a la perfección en un relato que está lleno de vida y gratitud. El escritor nos deja así testimonio del tiempo pasado con ella y que constituye su tabla de salvación, su anclaje a la tierra.
Gracias a su relato, aprendemos que la vida, como escribiera el poeta Gil de Biedma «solo se empieza a comprender más tarde». Ojalá no existie-ra el duelo, pero la única forma de atravesar el dolor es transformándolo, en este caso, en palabras.