Hay, en el patrimonio de una lengua, textos referenciales que trazan y fijan la memoria de su gramática entera: su etimología, su sintaxis y su morfología, su saliva y su fuego. La prosa de Miguel de Molinos ensalzada hasta por los más encarnizados de los detractores del quietismo fervoroso en el que fundó su fe y por el que vivió tan peligrosamente en la España sectaria del siglo XVII (yo la he visto en latín, en francés y en italiano, pero jamás en castellano, y es lástima porque debe ser un modelo de tersura y pureza de la lengua) es en sí misma una disciplina de claridad y precisión en la construcción del pensamiento y su expresión. El presente volumen recoge la Guía Espiritual, de 1675, junto con su Defensa de la contemplación, de 1676, acompañadas del luminoso ensayo que José Ángel Valente (palabra del místico o palabra del poeta) le dedicó en su edición vindicatoria de 1974. Con el viento de la tribulación separa Dios en la era del alma la arista del grano.