BOTELLO MÉNDEZ, DAVID / RODRÍGUEZ ALBENDEA, JOSÉ MARÍA
Prólogo: el rey ha muerto
La ambición de la reina Católica
La muerte del infante Alfonso
La muerte de Enrique IV
Juana la Beltraneja
Fernando, el príncipe maquiavélico
La boda secreta
Aragón y Castilla
La política matrimonial de los reyes católicos
La conspiración de los nobles
Guerra civil castellana
El poder real en Castilla y en Aragón
1492. Los grandes éxitos
La conquista de Granada
Las Indias
La expulsión de los judíos
La maldición de los reyes católicos
Muere el príncipe Juan
La princesa Margarita pierde el hijo
La princesa Isabel está embarazada
El príncipe Miguel muere en Granada
Juana, en Flandes
La corte de Flandes
Cuernos y celos, Juana despechada
Aislamiento político y reclusión
Juana como moneda de cambio
Juana, ¿la Loca?
La muerte de Isabel
Muerte de Isabel
Problemas sucesorios
Testamento de la Reina católica
La herencia envenenada
Fernando alza pendones reales a favor de su hija Juana
La nobleza castellana se rebela
Viejos enemigos en busca de revancha
Felipe mueve sus fichas
El Emperador Maximiliano
Cochinillos encarcelado
El apoyo de los Grandes de Castilla
Desacatamiento de las órdenes de Fernando
Las Cortes de Toro y ratificación del testamento de Isabel
La Concordia de Salamanca
En pie de guerra
El ejército imperial se prepara para invadir Castilla
Choque entre el Derecho germánico y el derecho de Castilla
Hombres a la sombra
Cisneros, el consejero de Isabel
Almazán, el consejero de Fernando
Juan Manuel, el consejero de Felipe
Fernando reacciona
Hay que frenar al Imperio
Fernando mueve ficha
Nápoles
Felipe se acerca a Francia
Germana de Foix
La carrera por el trono
Felipe llega a La Coruña
Concordia de Villafáfila
Juana, recluida en Muences
La corte flamenca y los grandes de Castilla
El yunque y el martillo
Diplomacia de Fernando y el Cardenal Cisneros
Tropas extranjeras en el reino
Las Cortes de Valladolid
¿Fue un asesinato?
La noche de autos
¿Por qué nadie quiso investigarlo?
¿Mató Juana a Felipe el Hermoso?
¿Mató el Cardenal Cisneros a Felipe el Hermoso?
¿Mató Fernando el Católico a Felipe el Hermoso?
¿Quién mató a Felipe el Hermoso?
La muerte de Felipe como punto de inflexión
Carlos V, el gran beneficiado
Consecuencias de un crimen político que cambió el futuro de Castilla, de España, de Europa y del mundo
A Felipe el Hermoso le dieron matarile. Juana la Loca no estaba loca. Y muchísimo menos de amor. Isabel la Católica envenenó a su propio hermano. Luego dio un golpe de Estado y montó una guerra civil para legitimarse. Isabel tiene tantas posibilidades de ser bastarda como su sobrina Juana, alias la Beltraneja.
No queremos engañar a nadie. Este libro puede herir sensibilidades. Si piensas que Isabel la Católica era una santa, o que ella y su marido forjaron la grandeza de España, este no es tu libro. Aquí venimos en son de guerra, a darle patadas al árbol de cartón piedra de la historia oficial. Vamos a contar esta historia a nuestra manera, para que todo el mundo la entienda.
Felipe el Hermoso fue el primer rey de la dinastía de los Austria. Llegó a Castilla para reinar y se lo cargaron antes de llegar a ser rey de Aragón. A pesar de que es un tipo importante, sabemos muy poco de él. Parece que la historia oficial se ha saltado esta página.
A lo mejor es que se han olvidado un poco a posta. El reinado de Felipe I es un fastidio, sobre todo si comulgas con eso de que Isabel y Fernando unieron España. Porque, vamos a ver, cuando muere Isabel, el trono de Castilla lo hereda su hija Juana. Fernando sigue vivito y coleando en su trono de Aragón. Ahí es donde nos ronda la mosca detrás de la oreja. Porque eso de que haya dos reyes distintos nos suena a que siguen existiendo dos reinos: el de Castilla para Juana y el de Aragón para Fernando. El sentido común nos dice que no: los reyes católicos no unieron España. ¿Será por eso que Felipe el Hermoso es tan molesto?
Investigamos el asesinato de Felipe el Hermoso, descubrimos al asesino, desvelamos sus motivos y, de propina, nos remontamos al reinado de los reyes católicos, para entender el contexto y permitirnos el lujazo de contar lo que las series de televisión no te cuentan.
Es posible que al acabar este libro no sepas a dónde vamos. Pero corres el riesgo de saber de dónde venimos. ¿Nos acompañas?