El Zascandil, como bien se anuncia, es un drama rústico, pero tampoco le quedan lejos los apelativos de ópera rural, de cuaderno de campo-campo, de apuntes carpetovetónicos de La Siberia Extremeña. Es, en definitiva, una novela de espíritu satírico sobre el desarraigo campesino, la nostalgia de la cultura popular y la construcción de la identidad propia. Narra historias de una comarca de interior durante el último siglo y explora las dificultades de las generaciones rurales contemporáneas para encontrar un sustento material, cultural y político.
En la verbena de El Zascandil aparecen yunteros, maquis, músicos, madres de posguerra, curas, borrachos, guardias civiles, cabras, niños reviejos y políticos que saben dónde vives, pero también asoma la civilización global, moderna, tecnológica y urbana, a menudo para mandar callar a la orquesta.
