Bailly ha levantado en description d'Olonne, como un poema, la arquitectura de una ciudad eventual en una Francia de provincias vagamente atlántica - su plano, su volumen, su tráfico y sus sombras, su historia íntima y luego su recuerdo -. Una maqueta a tamaño real por la que deambular con la difuda añoranza de un urbanismo o de un tiempo igualmente hipotéticos. Un bordear de orfebre, en la caligrafía y en su traducción, las lindes de Proust, Lafon, Borges, GRacq, o aún las del propio Bailly.