El lector tiene entre sus manos la primera biografía dedicada a un arqueólogo atípico, extravagante y aventurero, un dandi de nacionalidad norteamericana, pero de corazón parisino y africano. Byron Khun de Prorok (1896-1954) ejerció su profesión de manera amateur durante los años dorados de la arqueología colonial en el Magreb, en la década de los 20 y de los 30 del siglo pasado. Difícilmente se encontrará su nombre en una enciclopedia, o en una monografía dedicada a la historia de esta ciencia, porque sufrió la exclusión de los círculos académicos a causa de su tendencia a la ostentación mediática y una cierta manía por alterar los datos históricos en aras del entretenimiento del público que asistía a sus conferencias, leía sus libros y veía las películas que rodó. Pese a ello, participó en algunas de las excavaciones más importantes de su época, como la del santuario de Baal-Hammon y Tanit de Cartago (el tofet), y escribió cuatro volúmenes, los cuales, junto a un puñado de datos verídicos, contienen una acumulación de ficciones acerca de sus exploraciones en el desierto líbico, su expedición a Abisinia en busca de las minas del rey Salomón y su descubrimiento del reino de Saba.